Palomitas en la Universidad (Spanish Edition) by Roser A. Ochoa

Palomitas en la Universidad (Spanish Edition) by Roser A. Ochoa

autor:Roser A. Ochoa [A. Ochoa, Roser]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2022-11-20T03:00:00+00:00


Escena 13. El orgullo de los Yanquis

«Hoy, me considero el hombre más afortunado en la Tierra».

El orgullo de los Yanquis (Sam Wood, 1942)

Recoger las últimas cosas del piso había sido doloroso pero, al menos, Álex no se encontraba allí. Todavía no estaba preparado para enfrentarse a él, a pesar de saber que, en algún momento, sería casi inevitable hacerlo. Habían sido muy buenos amigos durante dos años, viviendo y trabajando juntos, saliendo de fiesta, de acampada… Pol pasó las últimas Navidades con la familia de Álex y Bea, y lo trataron como si fuese uno más.

Se frotó los ojos con el dorso de la mano, donde la humedad se había adherido a sus pestañas antes de abandonar el piso, con intención de jamás volverlo a pisar. Un momento duro. Cuando salió a la calle, Nil le ayudó a cargar las cosas en el maletero e hicieron el viaje de regreso en un extraño silencio.

Desde que regresaron de Barcelona, Pol se había encerrado en la habitación y la verdad, no tenía ganas de salir, solo necesitaba acurrucarse bajo las sábanas y dormir. Ya tenía la ropa colocada y las cajas estaban una encima de la otra a los pies de la cama. Sentado en la orilla del colchón se quedó con los codos en las rodillas mirando a la nada. ¿Cómo se suponía que lograría continuar? Estaba cansado. Tan solo pensaba en cuál era el siguiente paso que debía dar, hasta que escuchó sonidos en el pasillo.

—Pol, he pedido una pizza.

A los ligeros toques de nudillos en la madera le siguió la serena voz de Nil, que hasta el momento había respetado su necesidad de permanecer a solas. El chico lanzó un suspiro, se levantó de la cama y cogió las gafas que estaban sobre la mesa, antes de abrir la puerta.

—¿Todo bien? —se interesó, el hombre que lo esperaba al otro lado.

—¿Tú puedes comer pizza? —preguntó, sin interés, solo por la necesidad de cambiar de tema.

—Es para ti —alegó, y sonrió—. Yo me he hecho un bocadillo.

—La fiesta de los carbohidratos —se burló Pol, componiendo la mejor de sus sonrisas para seguirlo hasta el comedor.

Si había algo en el mundo, una sola cosa, que rozara la perfección, aquella, sin duda, era Nil. Tenía mil pruebas y cero dudas. La cena estaba preparada y servida, en el televisor Netflix aguardaba, con sus cientos de carátulas, a que una fuese la elegida. Absurdo, sin embargo, Pol podía afirmar que en el ambiente flotaba una cálida sensación de tranquilidad y confort, justo lo que necesitaba y Nil lo había intuido a la perfección. No le presionó para hablar durante el trayecto, ni cuando llegaron, de hecho, solo le había dicho que había pedido una pizza, en ningún momento había insistido en que saliera de la habitación pero, por si decidía hacerlo, ya lo tenía todo dispuesto en el comedor, hasta el mando a distancia estaba al lado de la caja de cartón, y no al otro lado del sofá donde de bien seguro, Nil tomaría asiento cuando saliera de la cocina.



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